Ha sido un sueño desde hace cientos de años que la Humanidad contara con un idioma para poder entenderse. La diversidad de idiomas sin duda alguna es una riqueza cultural, pero también puede ser una barrera cuando pretendemos viajar, negociar o simplemente relacionarnos con alguien que habla un idioma distinto al nuestro.
Es cierto que históricamente alguna lengua se ha impuesto sobre las demás en las relaciones internacionales, hoy es la época del inglés, pero antes lo fueron el francés o el español. No resulta lógico que una determinada nación imponga su lengua para que sea el idioma vehicular en las relaciones internacionales.

Por eso a finales del siglo XIX un joven polaco Lejzer Zamenhof elaboró un idioma para que pudiera servir como lengua auxiliar para la comunicación internacional. No se trata de hacer desaparecer al resto de idiomas, “cada cual con su idioma y el Esperanto para todos”, es el lema de esta lengua y del movimiento que la difunde. Desde luego el reto que se propuso Zamenhof era mayúsculo, pero su obra era impecable, el Esperanto era fácil de aprender y utilizar, sencillo, lógico y sin excepciones. Así que la cifra de hablantes fue creciendo con gran rapidez.

Al principio sólo se encontraban en el Imperio Ruso y en Europa Central, pero poco a poco el idioma se fue extendiendo por el resto de los países europeos, todo el continente americano y los países orientales. A principio del siglo XX se celebra el primer congreso mundial de esperantistas en la ciudad francesa de Boulogne-sur-mer, allí varios cientos de hablantes comprobaron que las posibilidades del idioma no eran teóricas, en efecto podían entenderse en base al Esperanto gente de las más diversas procedencias, culturas y formación. Desde entonces todos los años los esperantistas se reúnen en congresos en los cinco continentes, a excepción de las dos guerras mundiales. Hitler prohibió el Esperanto en la Alemania nazi, Stalin reprimió a los esperantistas en la Unión Soviética, también en el Japón imperial el Esperanto fue perseguido, desde luego ninguna dictadura puede permitir que los ciudadanos puedan entenderse en cualquier parte del mundo. Pero a pesar de las guerras y de esas persecuciones el Esperanto siguió creciendo y la lengua se fue haciendo más y más rica gracias a sus hablantes y a la literatura que iba naciendo. Hoy en día entre uno y dos millones de personas en todo el mundo pueden entenderse en Esperanto en todo el mundo. El idioma cuenta con su propia Academia que lo regula, se enseña en numerosas universidades, cuenta con literatura original y traducida y con asociaciones nacionales, regionales y locales en los cinco continentes, porque se trata de un idioma que no conoce fronteras, más bien intenta que éstas desaparezcan.
